miércoles, 24 de agosto de 2011

Siempre es fácil hablar en tercera persona...


Yo creo que primero pierdes un juego...y alguna que otra palabra de la que después te arrepientes. Luego pierdes el partido completo, y las lágrimas durante meses. Poco a poco te das cuenta de que has perdido la ilusión, y al mismo tiempo las ganas de recuperarla.
Pierdes la sonrisa, los sueños, las metas que te propusiste, los motivos por los que pensaste en ellas, y las lágrimas... de nuevo. Las ganas de conocer, de reír, de contar, de escuchar, de sentir. Pierdes todo... pero taaan lentamente que ni siquiera lo notas.
Te despiertas un día y cuando empiezas a andar sientes que has olvidado tu forma de hacer las cosas. Has perdido tus propias costumbres, y lo peor es que te faltan fuerzas para ir a buscarlas.
No tienes ganas de ver a nadie, ni paciencia para intentarlo. No tienes miedo a nada, porque no te queda nada que perder. Pero tampoco te queda nada por lo que luchar, así que realmente no merece la pena levantarte de la cama cada mañana. Y cuando quieres hacerlo nadie te acompaña. No sabes explicarlo, pero eres consciente de que algo está pasando: has perdido las ganas de vivir. Y, por ahora, no sabes cómo recuperarlas...

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